Palabras de espiritualidad

¡Mujer, no renuncies a tu belleza natural!

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Que la mujer se abstenga del pernicioso hábito de maquillarse el rostro, para no burlarse de su Creador, intentando esconder, de alguna forma, los defectos que le parece tener.

Que la mujer se abstenga del pernicioso hábito de maquillarse el rostro, para no burlarse de su Creador, intentando esconder, de alguna forma, los defectos que le parece tener.

¿Qué haces, mujer? ¿Acaso crees que con pinturas y cremas puedes agregar algo a tu belleza natural o transformar la fealdad de tu rostro? No sólo no lo conseguirás, sino que también te estarás afeando el alma. Una costumbre tan inútil es señal de tu superficialidad. Porque con tus carmines atraes las miradas de los licenciosos, induciéndolos a pecar. El Señor dijo: “Quien mira a una mujer con malos deseos, ya cometió adulterio con ella en su corazón” (Mateo 5, 28). Con esto te haces culpable, ante Dios, por el pecado de los otros.

Por eso, lo mejor es que renuncies completamente a tales “embellecimientos”. Pero si ese tonto hábito se ha adueñado de ti y no quieres renunciar a él, entonces al menos no te maquilles cuando vengas a la iglesia. Porque asistir maquillada a la iglesia es como llegar al puerto, pero ahogarte en la orilla, o visitar al médico y partir de él más enferma de lo que estabas.

(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Problemele vieții, Editura Egumenița, p. 372)



 

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