Palabras de espiritualidad

No busques tan sólo la belleza física de la mujer

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

La mujer es también creación de Dios. Rechazándola, no es ella a quien ofendes, sino a su Creador. ¿Qué tiene ella que le sea propio? ¿Acaso no fue Dios quien le dió todo? Busca la belleza de su alma e imita al Novio de la Iglesia.

No esperes de la mujer lo que no le es propio.

Puedes ver cómo todo lo que es de la Iglesia, ha sido Dios quien se lo ha dado. Por Él se hizo glorificada y resplandeciente. No rechaces a la mujer simplemente porque no es hermosa. Atiende lo que te dicen las Sagradas Escrituras: “Pequeña entre los volátiles es la abeja, pero rey de lo dulce es su fruto”(Eclesiástico 11, 3). La mujer es también creación de Dios. Rechazándola, no es ella a quien ofendes, sino a su Creador. ¿Qué tiene ella que le sea propio? ¿Acaso no fue Dios quien le dió todo?

Busca la belleza de su alma e imita al Novio de la Iglesia. La belleza exterior está llena de soberbia y de alienación, llevándote a los celos e instigándote a especular continuamente en cosas indebidas. ¿Y tú dices que esta forma de amor te da placer? Un mes, dos, un año a lo sumo, ¡pero no más! Y, después, el milagro se marchita, luego de una larga familiaridad con él. Y de lo que antes cubría la belleza sólo queda el orgullo, la insensatez, el desprecio. Pero, en las cosas del alma, esto no sucede. Como en el caso de una mujer que, aún no siendo hermosa físicamente, mantiene dentro una profunda belleza interior. En tal caso, lo normal es que el amor y la alegría del esposo permanezcan inmutables hasta el final, porque provienen de la belleza del alma de su esposa, no de su cuerpo.

(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Problemele vieţii, traducere de Cristian Spătărelu și Daniela Filioreanu, Editura Egumenița, Galați, p. 107)



 

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