Palabras de espiritualidad

¡No permitamos que se pierda la vergüenza!

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

¡Denme una cultura que estimule la vergüenza en el hombre, y la elegiré! La animalidad retraída me parece más aceptable que la cultura de la insolencia.

Cuando alguien habla de “cultura mentirosa”, es que se está refiriendo a una de dos cosas: a la vergüenza artificial o al atrevimiento insolente.

Avergonzándose de la debilidad de su cuerpo, el hombre reconoce tácitamente que este cuerpo no es el cuerpo que merece. Avergonzándose de su imperfección espiritual, el hombre reconoce tácitamente que este espíritu no es el que merecería. Avergonzándose, entonces, el hombre reconoce su caída de la dignidad real al bastón de mendigo.

Cuando el mendigo se viste con ropas de indigente, no se avergüenza ni de su apariencia ni de lo que hace. Sin embargo, cuando el hijo del rey es forzado a vestirse como mendigo y a limosnear, se avergüenza de ambas cosas. La vergüenza origina humildad, mansedumbre, paciencia y amor por los demás.

Perder la vergüenza significa, en todo caso, considerarte perfecto. No obstante, las fuerzas imperceptibles no se encienden sino en contra de la pérdida del rubor. He aquí, pues, que la pérdida de la vergüenza carnal lleva al peor de los desenfrenos, mientras que la pérdida de la vergüenza espiritual lleva a la peor de las vanidades.

El desenfreno y el orgullo son gemelos: algunas veces uno está frente al otro, o viceversa.

(Traducido de: Sfântul Nicolae Velimirovici, Gânduri despre bine și rău, Editura Predania, București, 2009, p. 142)

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