Palabras de espiritualidad

¡No se persignen apresuradamente, porque sólo estarán consiguiendo que el maligno se ría de ustedes!

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

¡Persígnate correctamente y, cuando pases frente a la iglesia, no te avergüences de hacerte la Señal de la Cruz! Allí, en la Santa Mesa, están permanentemente el Cuerpo y la Sangre del Señor. Allí está Cristo vivo, en el Santo Altar. En todas las iglesias ortodoxas, los Purísimos Misterios están en la Santa Mesa. ¡Si no honras la iglesia, persignándote frente a ella, tampoco honras a Cristo!

Cuando te despiertes por la mañana, lo primero que debes hacer es tu santa oración; haz tres inclinaciones y dí tres veces, “¡Gloria a Tí, Dios nuestro, Gloria a Tí!”. Lávate después la cara con agua fría, para que huya lo que quede del sueño y dirígete a los santos íconos. Ya allí, persígnate tres veces, uniendo los tres dedos que representan a la Santísima Trinidad —Padre, Hijo y Espíritu Santo—, mientras que los otros dos dedos simbolizan la divinidad y la humanidad de Cristo. Debes hacer la Señal de la Cruz así: en la frente, dí, “En el nombre de Padre”, en el vientre, “del Hijo”, en el hombro derecho, “y del Espíritu Santo” y en el hombro izquierdo, dí “Amén”.

Esta es la cruz dogmática, de acuerdo a la doctrina canónica de la Iglesia y de acuerdo al canon 92 de San Basilio el Grande. ¡No te persignes apresuradamente, porque sólo estarás consiguiendo que el maligno se ría de tí! ¿Quién te enseñó a burlarte de la Santa Cruz? ¿Quien te amarra la mano para que no te persignes correctamente?

Persígnate de la forma debida. Si no, no eres ortodoxo, porque te burlas de la Santa Cruz, haciendo feliz al maligno.

¡Persígnate correctamente y, cuando pases frente a la iglesia, no te avergüences de hacerte la Señal de la Cruz! Allí, en la Santa Mesa, están permanentemente el Cuerpo y la Sangre del Señor. Allí está Cristo vivo, en el Santo Altar. En todas las iglesias ortodoxas, los Purísimos Misterios están en la Santa Mesa. ¡Si no honras la iglesia, persignándote frente a ella, tampoco honras a Cristo!

¡Que Dios nos permita vernos en el Cielo! ¡Que ninguno sea enviado a los trabajos eternos! ¡Que todos podamos gozar de los jardines del Paraíso! ¡Todos! ¡Si al menos tuviera un saco enorme, para meternos todos e ir juntos allí...! ¿Saben lo hermoso que es ese lugar? Escuchen lo que dice el Apóstol Pablo: “¡Allí se encuentra lo que el ojo no ha visto, lo que el oído no ha escuchado y lo que el corazón no ha alcanzado jamás!”

Esto es lo que Dios ha preparado a los que le temen y le aman.

(Traducido de: Arhimandrit Ilie Cleopa, Ne vorbește Părintele Cleopa, ediția a 2-a, vol. 3, Editura Mănăstirea Sihăstria, Vânători-Neamț, 2004, pp. 105-106)