Palabras de espiritualidad

Nuestra relación personal con Dios y la oración llena de naturalidad

    • Foto: Ioana Onofrei

      Foto: Ioana Onofrei

La oración es nuestra forma de hablar con Dios. A Dios no lo podemos ver así como físicamente vemos a los demás, sin embargo, sí que podemos acercarnos a Él por medio de la oración. Y es que tenemos la enorme oportunidad de hablar con Dios, orando. Haciendo esto, consolidamos nuestra relación con Él, y esa relación, de carácter personal, no puede ser sino natural y sin extremos. 

Muchas veces la oración que hacemos no alcanza el nivel que debería tener, y Dios, sabiendo mejor lo que nos es de provecho, no nos da lo que le pedimos. Nos da, sin embargo, la posibilidad de perseverar para no perder la esperanza. En algún momento aparecerá Su ayuda y si no es de la forma en que quisiéramos nosotros, es de la forma en que Él sabe hacerlo. De cualquier manera, el simple hecho de orar es ya una ganancia.

El espíritu de oración te abandona cuando estás harto de orar. Sí, conozco personas que llegan a hartarse de orar, porque oran de forma incorrecta, sin equilibrio: se cansan orando. El espíritu de oración debe mantenerse e insistirse en él, pero no “¡zas! ¡zas!”, sino con equilibrio.

Siempre he visto las cosas desde la perspectiva de la naturaleza. En ella no puedes encontrar nada brusco: todo es equilibrado, todo funciona sosegadamente, en el momento preciso. Así debe el hombre caminar en su vida espiritual: con esperanza en Dios, con la seguridad de lo mejor, con el compromiso para lo mejor.

(Traducido de: Arhimandrit Teofil Părăian, Rugăciunea, pelerinaj către Cer, Editura Doxologia, Iași, 2013, pp. 55-56)

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