Tu regla de oración (con postraciones) realízala como quieras: en la mañana, en la noche, algunas veces durante el día. Compónla con postraciones y tus propias oraciones personales, es decir, manifestándole a Dios las necesidades de tu corazón con tus propias palabras. No te fijes un número determinado de postraciones ni un tiempo para su ejecución.

Así pues, ora haciendo las postraciones que te pida tu corazón, porque el maligno seguramente se te acercará para susurrarte: “¡Basta, has orado lo suficiente!”. También el trabajo físico te hace humilde y llena el tiempo que hay entre cada orden de oraciones, impidiendo que tus pensamientos se dispersen. Si quieres sustituirlo con postraciones, está bien, porque estas constituyen el mejor de todos los esfuerzos. Pero ¿sabrás mantener este ritmo de oración?

(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Rugăciunea, Editura Egumenița, p. 93)