Palabras de espiritualidad

Otra forma de entender la oración

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Todo lo que Dios promete empieza, en Sus ojos, a hacerse realidad, aunque nosotros no lo podamos ver. Esta es una forma extraordinaria de asumir las cosas.

El Santo Apóstol Pablo tiene un texto muy bello, en su Carta a los Romanos, en el cual habla así de Dios: “Él llama a la existencia a las cosas que no existen”. Es decir que para Él no existe la virtualidad, sino solamente la realidad. En el preciso instante en el que piensa en algo, ese “algo” empieza a existir; en el momento en que decide hacer algo, ese “algo” comienza a ser. Esta clase de oración, a la cual me refiero, creo que constituye el nivel más alto, aún para el cristiano acostumbrado a orar en verdad.

Así, la oración deja de ser simple petición, para convertirse en un permanente agradecimiento. Asimismo, en una de las oraciones litúrgicas que el sacerdote eleva sin que lo oigan los fieles, este le agradece a Dios por el Reino que ha de venir. Le agradece por algo que aún no ha venido, pero que ciertamente vendrá, porque fue prometido por Dios, y todo lo que Dios promete empieza, en Sus ojos, a hacerse realidad, aunque nosotros no lo podamos ver. Esta es una forma extraordinaria de asumir las cosas.

La oración, como fuente de poder —fuente de las fuerzas del alma, sin duda, y también de las fuerzas físicas— presupone, en las pruebas de la vida —y por medio de las pruebas de la vida—, una experiencia completamente excepcional. La prueba puede ser una enfermedad, una separación, un estado de soledad, o un acontecimiento desagradable en la familia. La gama es muy amplia y la podemos descubrir fácilmente, partiendo de nuestra vida cotidiana.

(Traducido de: Mitropolit Bartolomeu Anania, Rugăciunea, izvor de putere în încercările vieţii, Editura Doxologia, 2013, pp. 19-20)