Aquel que cree plenamente en Dios, le teme al infierno.

Quien le teme al infierno se abstiene de las pasiones.

Aquel que se abstiene de las pasiones soporta las aflicciones.

Quien soporte las aflicciones, sin importar de dónde provengan, obtendrá la esperanza en Dios.

La esperanza en Dios aparta la mente de todo apego terrenal.

Cuando la mente se aparta de las cosas del mundo, alcanza el amor a Dios.

(Traducido de: Gheronda Iosif Vatopedinul, Dialoguri la Athos, Editura Doxologia, pp.179)