Palabras de espiritualidad

Para alguien que recién reconoce la existencia de Dios

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Una sensación pasajera de que hay una fuerza enorme y misteriosa en el mundo visible no es, ni de lejos, la vivificadora y fructífera fe que ilumina nuestra vida y nos muestra el camino.

Carta a un intelectual que recién llegó a la conclusión de que “existe algo”.

Me escribes que “debe existir algo al final de todo”. Leyendo un texto sobre las estrellas, escrito por un conocido astrónomo, me cuentas que encontraste esta afirmación: “Sin Dios, nada puede entenderse, nada puede explicarse en este mundo”. De aquí llegaste a la conclusión de que realmente existe algo.

Di, hijo de Lázaro: “¡Dios existe!” y ¡alégrate!. “Existe algo” es lo que dicen muchos intelectuales. Pero si hasta el final de tu vida te limitas a decir “existe algo”, toda tu vida será nada.

Una sensación pasajera de que hay una fuerza enorme y misteriosa en el mundo visible no es, ni de lejos, la vivificadora y fructífera fe que ilumina nuestra vida y nos muestra el camino.

Reducirte a decir que “existe algo” no significa salir a la luz del día. Esto apenas significa que el caminante ha empezado a dejar atrás la oscuridad de la noche y ha descubierto, con las pupilas dilatadas, las primeras señales de la aurora. Pero de aquí a alcanzar el imponente sol sobre la cima queda un largo recorrido. Si al menos supieras decir: “Existe Alguien”, el amanecer vendría con más rapidez a tu vida.

Conoce a tu Creador, querido hermano. Esto es más importante que conocer Sus criaturas. No te asemejes a esos a quienes se refiere el apóstol, diciendo que “dieron culto a la criatura en lugar de al Creador” (Romanos l, 25). He aquí que el Altísimo Artista permanece al lado de Sus cosas. Has apuntado con tu mirada a Sus creaciones artísticas, que, hasta cierto punto, te abren los ojos, pero después te podrían hacer enceguecer. ¿Por qué no vienes al Artista, por qué no lo buscas y te presentas ante Él? Para esto fue que Cristo vino al mundo: para extenderte la mano y llevarte con Él. Quien no se acerca al Artista en este mundo, en Su maravilloso taller, quien no lo ha conocido, quien no se ha presentado ante Él, quien no le ha enaltecido, no será recibido ni tan siquiera en Sus jardines celestiales.

Estas líneas te las escribo ahora que estoy volviendo de un entierro. Falleció un intachable joven de la ciudad de Ohrid. En su lecho de muerte, su rostro era luminoso, mucho más de lo que fue a lo largo de su vida. Vivió siguiendo los dictados de la fe y murió teniendo una fe plena. Muy joven, pero sabio. Y tú eres un hombre ya mayor.

¡Que la paz y la misericordia de Dios estén contigo!

(Traducido de: Sfântul Nicolae Velimirovici, Răspunsuri la întrebări ale lumii de astăzi - scrisori misionare)



 

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