Palabras de espiritualidad

Presentándole nuestra ofrenda al Señor

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

El Señor no acepta dones ajenos; búsquenlos dentro de ustedes mismos. Y así como Él se entrega a Sí mismo por ustedes, de la misma forma deben ustedes prepararse —con todas las fuerzas de su ser— para presentarle su ofrenda.

El Señor no acepta dones ajenos; búsquenlos dentro de ustedes mismos. Y así como Él se entrega a Sí mismo por ustedes, de la misma forma deben ustedes prepararse —con todas las fuerzas de su ser— para presentarle su ofrenda. Preséntenle, en primer lugar, su propia persona —su conciencia y libertad—, para fundirse en Él y someterse, en todo, a Su voluntad. Y este don, el más alto de todos, deben ponerlo en el sitio principal, a continuación de lo que es santo. Después, a la derecha pongan su preparación para ofrecerle a Él todas las fuerzas del alma: la razón, con la promesa de mantenerla como fiel guardían de las verdades del Señor; la voluntad, con todos sus anhelos e inclinaciones, prometiendo no darle la libertad de vulnerar los límites que establecen los mandamientos de Dios; el corazón, con todos sus sentimientos y consentimientos, prometiendo extinguir en él toda tendencia a lo carnal, a lo impuro y vicioso, y formarlo en el gusto de lo que es íntegro, santo y celestial.

Y a la izquierda pongan su disposición para ofrecerle todas las fuerzas del cuerpo, prometiéndole la abstinencia completa de los placeres de los sentidos, la custodia de la vista y el oído, el control de la lengua, el gobierno de los movimientos del cuerpo, el equilibrio en la alimentación, el sueño y la forma de vestirse, la diligencia en el esfuerzo, la renuncia a las distracciones banales y la entera seriedad en su comportamiento.

(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Pregătirea pentru Spovedanie şi Sfânta Împărtăşanie, Editura Sophia, 2002, pp. 103-104)