Palabras de espiritualidad

Primero hay que corregirse uno, para después corregir a los demás

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Si los santos reprendían a los pecadores y a los descreídos, lo hacían por mandato de Dios, porque era su deber, de acuerdo a la inspiración del Espíritu Santo, no la de sus propias pasiones y demonios.

El monje debe cuidarse del perjuicio físico y espiritual que se presenta con la apariencia de algo piadoso, cuando de hecho se trata de algo muy dañino para el alma. Muchos, laicos y monjes, debido a su ignorancia, elogian semejante forma de “fervor”, incapaces de entender que proviene de la vanidad y el orgullo. Y la encomian como si se tratara de un un trabajo espiritual para la fe, para la piedad, para la Iglesia, para Dios. ¿En qué consiste? En condenar y acusar —más o menos severamente— a los demás por sus faltas en lo que respecta a la moral y por aquello que se opone a las disposiciones de la Iglesia. Engañados por esa falsa idea de la devoción, estas personas, carentes de buen juicio, consideran que, dejándose a la voluntad de ese “fervor”, están imitando a los Santos Padres y a los mártires, olvidando que ellos mismos no son santos, sino pecadores. Si los santos reprendían a los pecadores y a los descreídos, lo hacían por mandato de Dios, porque era su deber, de acuerdo a la inspiración del Espíritu Santo, no la de sus propias pasiones y demonios. Así, aquel que decide, por su propia iniciativa, acusar a su hermano o hacerle observaciones, está demostrando claramente que se considera más sabio y más virtuoso que él, ignorando que actúa bajo la influencia de las pasiones y las tretas de los pensamientos diabólicos. Es bueno recordar el mandamiento del Señor: “¿Cómo es que ves la paja en el ojo de tu hermano si no adviertes la viga en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: Deja que saque la paja de tu ojo, tú que no ves la viga en el tuyo? Hipócrita, quita primero la viga de tu ojo, y entonces verás para quitar la paja del ojo de tu hermano”.

(Traducido de: Sfântul Ignatie Briancianinov, Despre înșelare, Editată de Schitul românesc Lacu, Sfîntul Munte Athos, p. 5)