El arrepentimiento no debe confundirse con el remordimiento, porque no significa en sentirte mal por lo que no te ha funcionado en el pasado. El arrepentimiento es una actitud activa, positiva, que consiste en tomar la dirección adecuada.

Todo esto aparece perfectamente explicado en la parábola de los dos hijos (Mateo 21, 28) que reciben la orden paterna de trabajar el viñedo. Uno responde “Iré”, pero no lo hace. El otro, a su vez, dice, “No iré”, pero finalmente se avergüenza y va.

Este es el arrepentimiento verdadero y no debemos dejarnos engañar por la idea que el simple deplorar nuestro pasado es ya un acto de contrición. Todo eso es parte del arrepentimiento, por supuesto, pero éste seguirá siendo ficticio y estéril mientras no nos decidamos a hacer la voluntad del Padre. Tendemos a creer que deberían aparecer emociones agradables y a menudo nos contentamos con emociones, en lugar de cambios reales, profundos.

(Traducido de: Mitropolitul Antonie de Suroj, Rugăciunea care aduce roade. Buchet de texte duhovnicești pentru lectura zilnică, traducere de Dragoș Dâscă, Editura Doxologia, 2014, p. 53)