Palabras de espiritualidad

¡Qué fácilmente pecamos con nuestros pensamientos!

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

Los pecados cometidos con el cuerpo pueden hallar muchos obstáculos; pero, quien peca con la mente, peca rápidamente, con la velocidad de un pensamiento.

Todos pecamos fácilmente con nuestra mente. Por eso, Aquel que creó uno a uno nuestros corazones (Salmos 32, 15), sabiendo que la mayoría de pecados los cometemos por el impulso de nuestros pensamientos, ordenó que en primer lugar nuestra mente se mantenga pura. Y, ya que pecamos fácilmente con la mente, Dios nos pide cuidarla y guardarla con mucha atención. Porque, tal como los médicos más prudentes fortalecen, con anticipación y utilizando distintos medios profilácticos, las partes más débiles del cuerpo, así también nuestro Protector y verdadero Médico de almas previó que estuviéramos atentos a aquella parte de nuestra alma que sabemos que tiende más al pecado. El cuerpo, para realizar algo, necesita de tiempo, de la oportunidad propicia, de esfuerzo, de algo o alguien que le auxilie, y otras facilidades. La mente, sin embargo, a cada instante genera pensamientos y los realiza incansablemente. Los pensamientos aparecen y aparecen, sin importar la situación. Puede ocurrir que algún individuo serio, orgulloso del respeto que recibe por sus obras —sabiéndose revestido exteriormente con la abstinencia—, con el movimiento secreto de su corazón termine corriendo al pecado, aún hallándose en medio de aquellos que le encomian por su virtud; con la imaginación ha visto algo deseado, ha planificado un encuentro vergonzoso y, recreándose con placer en la recámara de su corazón, ha cometido el pecado en su interior, sin testigos, sin que nadie le viera... hasta que venga Aquel que revela todo lo oculto en la oscuridad y los pecados de los corazones (I Corintios 4, 5). Cuídate, pues, hijo, no sea que una palabra escondida en tu corazón se convierta en pecado, porque “aquel que mira a una mujer, deseándola, ha cometido ya adulterio en su corazón” (Mateo 5, 28). Sí, los pecados cometidos con el cuerpo pueden hallar muchos obstáculos; pero, quien peca con la mente, peca rápidamente, con la velocidad de un pensamiento. Luego, se nos ha ordenado que cuidemos con más espero eso que es más susceptible de caer en pecado. Por eso fue que se nos dijo: “Cuida de no abrigar en tu corazón estos perversos pensamientos” (Deuteronomio 15, 19).

(Traducido de: Sf. Ierarh Vasile cel Mare, Omilii şi cuvântări, Editura IBMBOR, Bucureşti, 2004, p. 37-38)