Palabras de espiritualidad

¿Qué hacer cuando perdemos el trabajo?

    • Foto: Oana Nechifor

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Él nunca deja a nadie. Cuando le pidamos algo, debemos terminar con estas palabras: “Señor, que se haga Tu voluntad y no la mía”.

¿Cómo debemos orar cuando hemos perdido el empleo?

—Dios dijo: “Buscad primero el Reino de los Cielos, que todo lo demás se os dará por añadidura”.

¿Cómo hay que empezar a buscar un nuevo trabajo? En primer lugar, acudiendo a confesarte. Hay que arrepentirse y reconciliarse con Dios. Si vives con tu pareja y aún no se han casado, hay que pasar por el Sacramento del Matrimonio. O si no sueles ayunar, hay que empezar a hacerlo.

No dejes de asistir a la iglesia. Acostúmbrate a hacer tus oraciones de la mañana y de la noche, y a leer el Evangelio.

Entonces Dios te enviará a quienes habrán de decirte: “¿Que no tienes trabajo? Mira, nosotros tenemos un puesto que podrías ocupar”.

¡Tenemos tantos intercesores y protectores! Lo único que tienes que hacer es pedirle a la Madre del Señor y al santo cuyo nombre llevas desde el Bautismo y que es tu patrono celestial. Puedes orar pidiendo el auxlio del Piadoso Daniel de Moscú, o de los arzobispos Pedro, Felipe, Alejandro, Iván, Hermógenes y tantos otros santos rusos. En especial, pídele su ayuda a San Nicolás, recitando su Acatisto.

Dios te enviará un nuevo empleo cuando vea que tienes buenas intenciones y si, encontrando un trabajo, no has de olvidarte de ayudar a los demás. Porque si encuentras un buen trabajo y te olvidas de ser generoso, lo perderás otra vez.

Vivimos unos tiempos en los que domina la anarquía. Debes tener paciencia y, si Dios permite que enfrentes ciertas carencias y que tengas que esperar, te exhorto a tener esperanza, que Él no te dejará.

Dios te recompensará por tu paciencia y te enviará un buen trabajo, Su protección en él, y la buena disposición para desarrollarlo debidamente. Y, lo más importante, te rebosará de alegría espiritual.

Él nunca deja a nadie. Cuando le pidamos algo, debemos terminar con estas palabras: “Señor, que se haga Tu voluntad y no la mía”.

(Traducido de: Părintele Ambrozie Iurasov, Îndrumar creștin pentru vremurile de azi - vol. 2, Editura Sophia, p. 337)