¡Cada minuto tiene su valor! ¡En tan sólo un solo minuto podemos pensar en tantas cosas, buenas o malas!

¡Un pensamiento sobre Dios nos puede elevar a los cielos, mientras que uno malicioso nos hace descender al infierno! Comprobémoslo, ¡cuánto valor tiene un simple minuto de nuestra vida!

Sin embargo, y desafortunadamente, esto es algo que olvidamos fácilmente. Así, dejamos pasar las horas, los días y los años, sin obtener ningún beneficio. ¿Pero qué digo? ¿Tan sólo sin beneficio? ¡Cuánto nos toca sufrir por esto! Pero seguimos sin entenderlo, yo el primero. No obstante, en un momento determinado, cuando nuestra alma se prepare ya para salir del cuerpo, seremos capaces de entenderlo, ¡pero será ya demasiado tarde! Y es que en esos instantes no es posible ninguna rectificación.

Por tanto, ¡es ahora cuando debemos concientizar dentro nuestro y entender que podemos comenzar! ¡Explotemos el precioso tiempo de nuestra vida! ¡Feliz momento, comenzar a valorar el tiempo, porque sólo así llegaremos a enriquecernos espiritualmente!

Nunca es demasiado tarde, porque el Señor espera que cada uno de nosotros se despierte, para darnos ese don. Él se esfuerza enormemente en despertarnos.

(Traducido de: Avva Efrem Filotheitul, Sfaturi duhovnicești, Editura Egumenița, 2012, p. 76)