Palabras de espiritualidad

¿Realmente te ocupas en el cuidado de tu alma?

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Analízate, para ver en cuál de esos peldaños te encuentras. Si aún no has alcanzado ni siquiera el primero, es necesario que empieces a cuidar más de tu alma.

Consolando a Sus discípulos, el Señor dice que para ellos es mejor que Él ascienda a los Cielos, porque desde ahí habrá de venir el Consolador, el Espíritu Santo, para ocupar Su lugar. Y, efectivamente, el Espíritu Santo descendió y desde entonces permanece en la Iglesia, realizando la obra de Cristo en cada creyente. Cada cristiano es partícipe del Espíritu. Esto es tan necesario, que quien no tenga el Espíritu no será de Cristo.

Así pues, examínate con cuidado: ¿vive en ti el Espíritu de la Gracia? Porque él no permanece en todos... a veces se va. Estas son las señales de la acción del Espíritu en el hombre: primero viene el espíritu de la contrición y le enseña al cristiano a volver a Dios y a enmendar su vida. El espíritu de la contrición, realizando su obra, le confía al cristiano el espíritu de la santidad y la pureza, al que le sigue, finalmente, el espíritu de la filiación. La característica principal del primero es la devoción que ama el sacrificio; la del segundo es el calor y la dulce llama del corazón. Por su parte, el rasgo principal del tercero es sentir ese lazo de parentesco, que hace que del corazón brote un suspiro, clamando: “¡Abbá, Padre!”.

Analízate, para ver en cuál de esos peldaños te encuentras. Si aún no has alcanzado ni siquiera el primero, es necesario que empieces a cuidar más de tu alma.

(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Tâlcuiri din Sfânta Scriptură, pentru fiecare zi din an, traducere din limba rusă de Adrian şi Xenia Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, 2011, p. 50)