Palabras de espiritualidad

Reconciliándonos con Dios, para poder perdonar

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Reconcíliense primero con Dios. Ese enojo y animadversión subsisten en ustedes porque aún no conocen la paz y el amor que Jesús nuestro Salvador trajo al mundo, para todos”.

¡Reconcíliense, por favor! La ira y la enemistad son un veneno para el corazón, la mente, el juicio, las oraciones y todos los demás dones espirituales. Yo les suelo decir, a quienes se han enemistado y viven enfadados: “Reconcíliense primero con Dios. Ese enojo y animadversión subsisten en ustedes porque aún no conocen la paz y el amor que Jesús nuestro Salvador trajo al mundo, para todos”. Cuando tienes la paz del Señor en tu alma y en tu corazón, sientes un gozo, una riqueza, un motivo de sosiego y un amor que sientes que debes compartir con los demás, con cualquier persona que te salga al encuentro. Entonces eres un verdadero generador de paz.

Pero, cuando en tu corazón no existen la paz del Señor y la reconciliación con Él, lo que hay es sólo odio, enemistad y el impetuoso deseo de perturbar la paz de los demás. Estas infamias son como combustible y paja para el fuego de las riñas y las ofensas.

Y tú, lector, ¿eres un pacificador o un provocador de disputas?

(Traducido de: Părintele Iosif Trifa, Citiri și tâlcuiri din Biblie, Editura Oastea Domnului, Sibiu, 2010, p. 91)