Palabras de espiritualidad

Si damos perdón, recibimos perdón

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

¡Ni siquiera es tan difícil perdonar! Sólo se necesita de un poco de valor en el alma y misericordia en el corazón.

El cese de la enemistad y el perdón de las ofensas es un mandamiento que recibimos, no porque Dios lo necesite, sino porque es algo que nosotros necesitamos. Aquel que perdone las ofensas de sus semejantes, ciertamente recibirá el perdón de Dios, tal como nos lo prometiera nuestro Señor. ¡Y cuántos pecados tenemos ante Dios! Cuando pensamos que en el Juicio Final daremos cuentas por todo lo que hemos hecho, ¡qué estremecimiento recorre nuestro ser entero! ¡Y qué vergonzoso será que, cuando tenga lugar el Juicio de Dios, todas nuestras malas acciones sean reveladas ante el universo entero! Y ya no podremos redimirlas con nada. Pero, he aquí que el Señor nos muestra un medio muy sencillo para borrar todos nuestros pecados. “Perdonad, y seréis perdonados” (Lucas 6, 37). ¡Perdona con todo el corazón las pequeñas faltas de tu hermano, y tus incontables pecados ante Dios serán perdonados! ¿Hay algo más simple que esto? Y si no queremos perdonar por amor a Dios y Sus mandamientos, al menos hagámoslo pensando en el provecho que esto nos representa. Pero, a veces ni los excelsos estímulos de la virtud sin pensar en alguna ganancia, ni los persistentes llamados de nuestros propios intereses son capaces de exhortarnos a perdonar por completo. El odio nos vuelve ciegos, convirtiéndonos a nosotros mismos en nuestros peores enemigos. Y esa animadversión nos hace alzarnos contra Dios, dirigiendo la espada del odio hacia nuestro propio corazón, envenenando nuestra salud y empujándonos a la muerte eterna del alma. ¿Hay algo más insensato que esto?... ¡Y qué hermoso es perdonar! ¡El alma se vuelve ligera y serena! Después de perdonar, el hombre experimenta un estado tal de humildad, que le gustaría abrazar a todo el mundo, amarlos a todos y perdonar todo. ¡Y ni siquiera es tan difícil perdonar! Sólo se necesita de un poco de valor en el alma y misericordia en el corazón. Entonces, hermano, ¡apártate del orgullo y podrás perdonar fácilmente a tu hermano! Destruye el odio, ese enemigo de tu alma, y harás de tu enemigo un amigo. Si vences de esta manera al enemigo que hay en tu interior, lograrás desarmar a tu enemigo de afuera.

(Traducido de: Arhimandritul Serafim Alexiev, Viața duhovnicească a creștinului ortodox, pp. 145-146, Editura Predania, București, 2010)