Palabras de espiritualidad

Sobre la obligatoriedad de la confesión

    • Foto: Bogdan Zamfirescu

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Translation and adaptation:

Incluso quienes creen que no han pecado —cosa que, como sabemos bien, no es posible—, deben arrepentirse. Creerte libre de pecados no sólo es un error sino el peor de los pecados.

Todos los cristianos que sientan su conciencia cargada de pecados y, sobre todo, quienes deseen comulgar, deben confesarse con su padre espiritual. Están obligados a confesarse incluso esos que sienten que no tienen ningún pecado en la conciencia. Veamos qué dice San Simeón de Tesalónica: «Incluso quienes creen que no han pecado —cosa que, como sabemos bien, no es posible—, deben arrepentirse. Creerte libre de pecados no sólo es un error sino el peor de los pecados... así como nos lo enseña el apóstol amado del Señor (I Juan 1, 8-9): “Si decimos: No tenemos pecado, nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia.”». Especialmente, los enfermos deben procurar confesarse con frecuencia, para poder comulgar y evitar que el momento final les sorprenda desprevenidos. Hay contadas excepciones a la obligatoriedad de la confesión, por ejemplo, pueden comulgar sin antes haberse confesado los niños menores de siete años.

¿Debe confesarse también el sacerdote? ¡Por supuesto! Esto dice San Simeón de Tesalónica: «Todos debemos arrepentirnos: laicos y monjes, sacerdotes y jerarcas. Que ninguno se aparte de la contrición, porque todos nos equivocamos y todos estamos obligados a arrepentirnos. Recordemos las palabras del Apóstol, quien dice: “Confiesen sus pecados los unos a los otros, orando los unos por los otros, para sanarse.”».

Y, en otra parte, este gran jerarca ortodoxo aconseja tanto a los sacerdotes casados como a los que forman parte del clero monástico, que «se confiesen siempre... esto es especialmente necesario para los sacerdotes, ya que (al celebrar la Divina Liturgia) se acercan al Dios que todo lo sabe y sólo por medio de la contrición otorga el perdón de los pecados».

El sacerdote debe confesar, especialmente, los pecados y negligencias cometidos en el ejercicio de su función pastoral, contándoselos al obispo, porque esta clase de pecados es específica a su misión sacerdotal y, de acuerdo a las disposiciones más antiguas, deben ser absueltos sólo por el jerarca. Además, se ordena a los sacerdotes confesarse con su padre espiritual antes de todo oficio litúrgico, no sólo en caso de haber cometido alguno de los siete pecados capitales, sino cada vez que sientan la mente cargada de pequeñas culpas, que podrían impedirles oficiar como es debido.

(Traducido de: Preot Prof. Dr. Ene Braniște, Liturgica specială, Editura Lumea Credinței, București, 2008, pp. 311-312)