Palabras de espiritualidad

¿Somos cristianos que trabajan en su salvación?

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

¿Nos hallamos o no en el camino a la salvación? ¿Nos preocupa o no nuestra salvación? ¿Hemos avanzado algo en este aspecto? ¿En qué punto estamos? ¿Qué tenemos pensado hacer de ahora en adelante? ¿Qué más podemos hacer? 

Muchos creyentes creen que lo son solamente porque no niegan a Dios con sus palabras. A lo largo de mi vida, he confrontado a muchos que tienen esa opinión, y les he preguntado: “¿Eres creyente? ¿Crees en Dios?”. “Sí, padre, yo creo en Dios”. Pero cuando me he puesto a indagar si realmente es así, he terminado llegando a la conclusión (junto con ellos) de que, en realidad, no creen en Dios, sino que solamente no reniegan de Él con sus palabras. Porque si la persona no va a la iglesia, por ejemplo, no tiene cómo manifestar su fe, no tiene fe. Personalmente, yo creo en Dios y no podría dejar de asistir a la iglesia. Luego, quien no va a la iglesia es que no tiene tanta fe como para sentir la necesidad de hacerlo y participar en los distintos oficios litúrgicos. También hay otros aspectos que esas personas no toman en cuenta. Por ejemplo, no ayunan, no respetan los períodos de ayuno, no leen la Biblia, no cumplen con una cierta disciplina para enriquecer su mente con pensamientos dirigidos a Dios. Todas estas cosas conciernen a la salvación y a los demás estados, las demás etapas de crecimiento en la vida espiritual.

Y no se trata de una simple teoría, aunque la teoría también es buena, porque no puedes poner en práctica eso que no has trabajado con tu mente. Tendría que insistirse mucho más sobre este aspecto de la existencia, referente a la salvación, el cual tiene que ser trabajado de forma sistemática, sobre todo en el marco de los oficios litúrgicos. Es importante que los sacerdotes hablen de todo esto en sus homilías, las cuales no tienen que limitarse a ser meras elaboraciones abstractas que no invitan a la acción (como muchas prédicas “informativas”, llenas de un rígido intelectualismo), sino homilías en las que se presente el problema en su esencia: ¿nos hallamos o no en el camino a la salvación? ¿Nos preocupa o no nuestra salvación? ¿Hemos avanzado algo en este aspecto? ¿En qué punto estamos? ¿Qué tenemos pensado hacer de ahora en adelante? ¿Qué más podemos hacer?

(Traducido de: Arhimandritul Teofil Părăian, Cum putem deveni mai buni – Mijloace de îmbunătățire sufletească, Editura Agaton, p. 56)