Palabras de espiritualidad

Todo lo que implica la misión del padre espiritual

    • Foto: Bogdan Zamfirescu

      Foto: Bogdan Zamfirescu

Del padre espiritual depende la salvación o la condena de cada alma que se le ha confiado. 

Sobre la obediencia al padre espiritual, el padre Paisos Olaru decía:

—Estamos frente a la forma de obediencia más difícil en la vida monacal. Del padre espiritual depende la salvación o la condena de cada alma que se le ha confiado. De él depende el estado de monje de los hermanos del monasterio. Con su absolución comulgan monjes y laicos, y con su propia garantía son ordenados los candidatos al sacerdocio. ¡Qué grande es la responsabilidad del padre espiritual! Por esta razón, su salvación es todavía más difícil que la de cualquier otro monje o laico.

Como padre espiritual del Monasterio Sihăstria, he tenido muchísimas alegrías espirituales, pero también tentaciones y, a veces, decepciones. He confesado a la mayoría de sacerdotes y hermanos del monasterio. La mayoría, que son los más devotos, siempre me han obedecido, han pedido mi bendición, se han confesado con sinceridad y han entregado su alma en manos del stárets y de su padre espiritual. De ellos he recibido las más grandes alegrías. Para mí, son como mis hijos espirituales: los he consolado, los he ayudado cuando enfrentaban alguna tentación y les he enseñado a amar todavía más la obediencia, los oficios litúrgicos, el silencio, la humildad y la oración en la soledad de la celda. A pesar de esto, hubo también hermanos que venían raras veces a confesarse, que les costaba perdonar a los demás, que se quejaban al cumplir con sus trabajos de obediencia y que solían sentirse descontentos. ¡Con estos tuve que trabajar mucho más! Fue necesario ser paciente y tener la suficiente destreza para “ganármelos” espiritualmente.

A veces, era yo quien iba a buscarlos a sus celdas. Otras veces, les daba un canon más fácil, los alentaba mucho más y oraba por ellos. Algunos lograron levantarse; otros, al menos, detuvieron su caída y lucharon por levantarse, permaneciendo en el monasterio. Solamente Dios sabe cuánto logré, a cuántos gané y a cuántos perdí… Una cosa sé con certeza: el Día del Juicio tendré que rendir cuentas de cada uno de ellos, de cada uno de los que confesé y aconsejé.

(Traducido de: Arhimandritul Ioanichie BălanPatericul românesc, Editura Mănăstirea Sihăstria, p. 702)