Palabras de espiritualidad

Un mundo que deambula desorientado

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

Si quienes vienen a buscarnos al Santo Monte parecen tan confundidos, tan agobiados, con tanta intranquilidad, pensemos en quienes viven lejos de Dios, de la Iglesia… ¿cuál será su estado? Y vemos que en todos los países hay una gran desazón, grandes conflictos. ¡Pobre mundo! ¡Que Dios se apiade de todos!

La gran mayoría de personas de nuestro tiempo ha sido instruida de una forma muy materialista y ahora se mueve agitada, a una gran velocidad. Pero, ya que les falta el temor de Dios, “el principio de la sabiduría es el temor de Dios” (Salmos 110, 10), todas esas personas carecen de freno y, moviéndose tan rápidamente, terminan cayendo al abismo. Los hombres tienen muchos problemas, y la mayoría se mantienen como aturdidos. Han pedido el rumbo. Poco a poco se encaminan a un punto en el que no podrán controlarse más a sí mismos. Si quienes vienen a buscarnos al Santo Monte parecen tan confundidos, tan agobiados, con tanta intranquilidad, pensemos en quienes viven lejos de Dios, de la Iglesia… ¿cuál será su estado? Y vemos que en todos los países hay una gran desazón, grandes conflictos. ¡Pobre mundo! ¡Que Dios se apiade de todos! El mundo actual es como una olla en ebullición. ¡Y cómo actúan los más poderosos! Cocinan, preparan todo y lo arrojan a esa olla gigante, ¡y, ahora, la olla, que es una olla a presión, hierve a más no poder! En poco tiempo, la válvula de seguridad saldrá volando por los aires. No hace mucho tiempo, le dije a alguien, un funcionario con un cargo muy importante: “¿Pör qué no piensan en todo lo que está sucediendo en el mundo? ¿Por qué no piensan en el futuro de todos?”. Y me respondió: “Padre, al principio, el mal era como un poco de nieve… ahora es una bola gigantesca. Solamente un milagro nos puede salvar”. Pero muchos, en vez de ayudar, terminan haciendo más grande esa bola. En vez de tomar medidas para favorecer la educación, etc., hacen un mal más grande. No buscan cómo terminar con los problemas que conforman esa colosal bola de nieve, sino que la hacen más grande. Al comienzo era solo un poquito de nieve acumulada… Si ese poco de nieve se hace una bolita y se le deja caer cuesta abajo, va acumulando tanta nieve, que forma una pelota de proporciones descomunales. Lo mismo pasa con el mal: poco a poco se ha hecho más grande y ahora rueda cuesta abajo. Lo que se necesita es algo que lo haga explotar y desaparecer.

(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Cu durere şi dragoste pentru omul contemporan, Editura Schitului Lacu, Sfântul Munte Athos, 2000, p. 9)