Palabras de espiritualidad

Una bella explicación de lo que son las postraciones

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Este espíritu vital abarca la palabra y la mente del hombre, demostrando así que el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de la Santísima Trinidad, y que es el ícono vivo de Dios en el mundo.

Padre, ¿qué representan las postraciones que hacemos como canon espiritual?

—¡Cuánta belleza y cuánta armonía hay entre los cuatro elementos que podemos ver: agua, aire, tierra y fuego! Todo el tiempo trabajan juntos, unidos o por separado. Dos son pesados y dos son ligeros. Y a todos los podemos encontrar cuando el hombre hace sus postraciones: dos lo atraen hacia abajo, hacia la tierra, y dos lo alzan, lo elevan a Dios. El fuego y el aire lo levantan, en tanto que la tierra y el agua lo atraen hacia abajo.

El hombre es la semilla del universo. Los griegos decían que el hombre es un mundo pequeño en uno más grande, es decir, un microcosmos en un macrocosmos. Y San Gregorio Bogoslov lo decía, pero al revés: un mundo grande en uno pequeño, un macrocosmos en un microcosmos.

Cuando el hombre adora a Dios con todo el corazón y con todas sus fuerzas naturales y espirituales, le presenta el cielo y la tierra, presentes en su interior.

El hombre tiene parte de los cuatro mundos: el mundo mineral, el mundo vegetal, el mundo animal y el mundo de los espíritus; pero, sobre todo esto, tiene también una mente, tiene la palabra y un espíritu. El espíritu es como un rayo de luz en medio del corazón, como nos lo explica San Gregorio Palamás. ¿Cómo describir al espíritu que da vida, que es un rayo de luz en medio del corazón, y con el cual el hombre es más grande que los mismos ángeles? Es un anhelo pensante que está entre la mente y la palabra, y que abarca tanto a la palabra como a la mente.

Tal como el Espíritu Santo, en el seno de la Santísima Trinidad, comprende al Padre y al Hijo, así también este espíritu vital abarca la palabra y la mente del hombre, demostrando así que el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de la Santísima Trinidad, y que es el ícono vivo de Dios en el mundo.

(Traducido de: Ne vorbește Părintele Cleopa 7, ediția a doua, îngrijită de Arhimandrit Ioanichie Bălan Editura Mănăstirea Sihăstria, Vânători-Neamț,  2001, pp. 132- 133)

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