Palabras de espiritualidad

Una joven es salvada de una muerte segura

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Así fue como él entró en nuestra vida, así fue como se nos reveló. A él le agradezco por todo el cuidado que nos dedica...”

Testimonio de la señora Demetria Kolitsa, Pentalofos, Kozani, Grecia

«Yo no sabía nada acerca de San Nectario. Hace ya varios años, en el amanecer de un 9 de noviembre, mis hijos —un chico y una chica— sufrieron un terrible accidente de tránsito. Iban tres en el auto: un primo era quien conducía, y mis dos hijos le acompañaban. En un momento dado, el vehículo se salió de la carretera. La portezuela de mi hija se abrió, expulsándola sobre el asfalto, mientras el auto volcaba dando vueltas sobre sí mismo a lo largo de unos 500 metros. El vehículo terminó destruido casi por completo. Sorprendentemente, los tres chicos salieron ilesos, con apenas unos cuantos rasguños. Mi hija, al salir despedida del auto, sintió que dos manos invisibles la levantaban y la colocaban suavemente sobre el pavimento. Al recobrarse del shock, corrió a buscar ayuda a la aldea más cercana. Así, en poco tiempo vino una ambulancia y se los llevó a un hospital. Los médicos, sorprendidos, concluyeron que los tres chicos habían tenido una suerte enorme al poder seguir con vida.

Diez días después del accidente, recibimos una carta. Iba dirigida a mi hija Constantina, y tenía como remitente al monasterio de San Nectario en Egina. Nosotros ni siquiera habíamos oído hablar de ese lugar. ¿Qué decía la carta? Que aquellas dos manos que tomaron a mi hija, salvándola, habían sido las de San Nectario. Todos nos quedamos estupefactos. ¿Cómo sabían las monjas de ese monasterio lo que había ocurrido con mi hija?

Todo esto se lo relaté a una vecina de Pentalofos, y ella me contó que su hija también se había salvado milagrosamente en un accidente, coincidentemente, el día de San Nectario. Al verificar en el calendario, vi que el 9 de noviembre, efectivamente, es el día de San Nectario. Por eso, esta festividad es muy especial para nosotros, año tras año. Comencé a mantener correspondencia con el monasterio de San Nectario, en Egina. Además, encontré una parroquia que tiene como fiesta patronal a nuestro santo, a unos treinta kilómetros de aquí. Cada 9 de noviembre participamos en la Divina Liturgia y comulgamos en dicha parroquia.

Desde entonces, San Nectario es el protector de mis hijos. Así fue como él entró en nuestra vida, así fue como se nos reveló. A él le agradezco por todo el cuidado que nos dedica».

(Entrevista realizada por el p. Juan Cocea, Pentalofos, Kozani, Grecia)

Sursa: http://www.comuniuneortodoxa.ro/sfinti-si-cuviosi-marturii/cum-l-am-cunoscut-pe-sfantul-nectarie/