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¿Y ustedes de dónde aparecieron?

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

Los jóvenes procedentes de todos los rincones del mundo, específicamente de 32 países, cantan. Irradian felicidad.

Desde la zona de Copou (Iași, Rumanía), en donde se halla el Parque de la Exposición, descienden, ordenadamente, más de 6,000 jóvenes. Alegres, portando los estandartes de los patriarcados, las eparquías (diócesis), los protopresbiterios o las asociaciones de jóvenes de las que son parte, los jóvenes procedentes de todos los rincones del mundo, específicamente de 32 países, cantan. Irradian felicidad. Se ha creado un estado de espíritu imposible de encontrar todos los días, quizás solamente una vez en la vida. Con rostros luminosos y sonrientes, cautivados por la belleza, la soltura y el regocijo de los jóvenes, los lugareños observan el desfile desde las aceras.

¿Cuál es el propósito de esta marcha? —pregunta alguien—. ¿Es algo relacionado con la ecología? ¿Cuáles son sus demandas?

¡No, no pedimos nada! Es solamente una marcha de la juventud —responde una chica.

Desde los altavoces montados en algunos vehículos se escucha el himno del ITO: “Se oye en mí un llamado, un susurro: ¡Has nacido para hacerte inmortal! Señor, míranos y tráenos a la luz…”. La gente mira cómo pasan miles de jóvenes vestidos con camisetas blancas con las siglas del ITO en el pecho, e intenta entender lo que ocurre. Un señor que mira desde una esquina, se anima a gritarle a uno de los grupos de chicos y chicas:

Pero ¿de dónde vienen todos ustedes con esas camisetas?

Un inspirado muchacho le responde:

¿De dónde venimos? Somos jóvenes cristianos... estudiantes, colegiales...

¿Y de dónde vienen?

De ninguna parte... ¡¿De dónde podríamos venir?! Somos de aquí. También ayer pasamos por aquí, pero sin estas camisetas.

Este es sólo uno de los cientos de momentos hermosos del ITO 2017.

Los jóvenes de la Moldova rumana se preparan para estar nuevamente juntos en 2018. Se volverán a encontrar en Iași, viniendo desde todos los rincones de la Metropolía de Moldova y Bucovina, y aún desde más lejos. Volverán a enfundarse aquellas camisetas, volverán a cantar y orar juntos, y debatirán sobre un tema especial: Los valores que unen a una nación. Recordarán también las palabras de Nichita Stănescu: “El idioma rumano es mi patria”, intentarán entender por qué “nuestro idioma es un tesoro”, quizá logren comprender la importancia de la fe en Dios para que nuestro pueblo rumano pudiera avanzar en la historia sin desintegrarse. En este encuentro se harán amigos de Ecaterina Teodoroiu, del general Eremia Grigorescu, quien, para alentar a sus tropas, repitió en (la ciudad de) Mărășești las palabras: “Por aquí no pasarán”. Además, conocerán mejor al rey Fernando y a la reina María, a los generales Prezan y Averescu, al primer ministro de aquellos tiempos, Ionel C. Brătianu, y también a Nicolae Iorga, a Cuza y a Mihai Viteazu. Aprenderán juntos, de ellos, los valores que no se negocian, los valores que son parte de nuestra esencia.

Cuando el encuentro concluya, talvez dejaremos a un lado las camisetas, pero no lo que hay en nuestra alma y en nuestro corazón. No es una camiseta lo que nos hace cristianos y rumanos. La camiseta nos ayuda a entender que somos muchos quienes pensamos de forma semejante, quienes sentimos lo que es ser rumano y quienes creemos en Dios. Juntos, es más fácil entendernos y superar toda esa “diversidad de valores” que se nos propone actualmente, permaneciendo siempre de cara a Dios.

Archim. Nicodim Petre