30 exhortaciones a la alegría de la humildad
Que la misericordia crezca en tu alma, hasta que sientas en tu corazón la misma piedad que nuestro Señor Jesucristo siente por ti.
San Isaac el Sirio nos ofrece 30 exhortaciones sobre la alegría de la humildad:
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Déjate crucificar, pero tú no crucifiques.
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Acepta las injusticias de los demás, pero tú no seas injusto con nadie.
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Deja que hablen mal de ti, pero tú no hables mal de nadie.
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Sé manso, no celoso ni pérfido.
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Alégrate con los alegres y llora con los tristes, porque esto es señal de tu pureza.
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Sufre con los enfermos.
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Llora con los pecadores.
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Regocíjate con los que se arrepienten.
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Sé amigo de todos, pero permanece solo en tu mente.
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Participa del sufrimiento de todos, pero apártate de todo con tu cuerpo.
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No reprendas a nadie y no condenes ni siquiera a los que son muy malos en su forma de vida.
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Extiende tu manto sobre aquel que se ha equivocado, y cúbrelo. Y si no puedes asumir para ti sus faltas, ni recibir la amonestación y el oprobio en su lugar, al menos sé paciente y no lo avergüences tú.
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Si no puedes sosegarte con el corazón, hazlo al menos con tu lengua.
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Y si no puedes ordenar tus pensamientos, pon en orden, al menos, tu cuerpo.
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Y si no puedes trabajar con tu cuerpo, entristécete al menos en tu pensamiento.
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Y si no puedes permanecer en vela, hazlo al menos en tu lecho, sentado o tendido.
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Y si no puedes ayunar dos días, hazlo al menos hasta el ocaso.
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Y si no puedes ayunar hasta el ocaso, al menos intenta comer sin saciarte.
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Si no eres puro de corazón, al menos intenta serlo con tu cuerpo.
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Si no puedes llorar en tu corazón, llena al menos de pesar tu rostro.
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Si no puedes ser caritativo, al menos habla con algún pecador.
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Si no puedes ser un pacificador, al menos desprecia la agitación.
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Si no puedes esforzarte, al menos mantén tu mente alerta.
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Si no puedes vencer tus pecados, al menos no te envanezcas ante los que yerran.
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Si no logras cerrar la boca de aquel que murmura contra tu cónyuge, al menos cuídate de no participar de esas murmuraciones.
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Si amas la mansedumbre, conserva la paz. Si te haces digno de la paz, te alegrarás en todo momento.
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Busca la sabiduría, no el oro.
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Vístete con la humildad, no con sedas.
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Busca cómo adquirir la paz, no el poder.
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He aquí, hermano, mi llamado: Que la misericordia crezca en tu alma, hasta que sientas en tu corazón la misma piedad que nuestro Señor Jesucristo siente por ti.
(Traducido de: Sfântul Isaac Sirul – Cuvinte despre sfintele nevoinţe, Filocalia X)