¿Acaso crees que no necesitas de un guía?
Actuar por tu cuenta, sin seguir el consejo de los experimentados, significa que tienes una soberbia muy grande, o mejor dicho, que estás pariendo esa misma arrogancia.
No es posible que alguien aprenda por sí mismo la ciencia de las virtudes, aunque algunos vean las pruebas cual maestro. Porque actuar por tu cuenta, sin seguir el consejo de los experimentados, significa que tienes una soberbia muy grande, o mejor dicho, que estás pariendo esa misma arrogancia. Porque, si “El Padre, que está en Mí, es el que realiza sus propias obras” (Juan 14, 10), y “Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará a la verdad completa. Pues no os hablará por su cuenta” (Juan 16, 13), ¿quién podría decir que ha alcanzado una gran altura en la virtud, y que no necesita de otro que le enseñe? ¿Acaso no se engaña, creyéndose virtuoso? ¿Acaso no es un necio? Por eso, debemos escuchar a quienes conocen los trabajos de las virtudes y actúan en consecuencia, es decir, practicando el ayuno unido al hambre, la continencia lejos de los placeres, las vigilias fervientes, la oración de rodillas hasta que duelan, el permanecer de pie por horas, la oración extensa, la sincera humildad, la compunción del corazón, la permanente contrición y el silencio más juicioso, aderezados con la sal de la Gracia (Colosenses 4, 6) y la más profunda de las paciencias.
(Traducido de: Sfântul Grigorie Sinaitul, Filocalia 7, Editura IBMBOR, Bucureşti, 1977, p. 184)