¡Aceptemos las penas con esperanza!
Si debemos enfrentar alguna tentación, por ejemplo, si alguien nos ofende, digamos, “¡Te lo agradezco, Dios mio! Permitiste que esto pasara, para que pueda conocerme mejor a mí mismo”.
Digamos, “¡Bienvenidas sean las aflicciones! ¡Cuánto beneficio espiritual me ofrecen! ¡Vengan a llenarme de la gracia de Dios, del poder del Señor... ¿Qué son mis penas, frente a la Cruz de Cristo?”. Así pues, les suplico, vean los problemas como algo simple y la tentación como una ocasión de provecho espiritual.
Si debemos enfrentar alguna tentación, por ejemplo, si alguien nos ofende, digamos, “¡Te lo agradezco, Dios mio! Permitiste que esto pasara, para que pueda conocerme mejor a mí mismo”.
Duro es terminar una carrera universitaria, una academia o aprender dos o tres idiomas extranjeros... Pero hacer que los Cielos desciendan a nuestro corazón es muy sencillo. Es suficiente con desearlo.
(Traducido de: Părintele Eusebiu Giannakakis, Să coborâm cerul în inimile noastre!, Editura Doxologia, Iaşi, 2014, pp. 18-19)