Aislarse de los demás no es practicar la forma de vida de los ascetas
Si no tenemos un amor verdadero, si no nos unimos a nuestros semejantes o si somos hostiles con los demás, necesitaremos examinarnos interiormente.
Una cosa es ese aislamiento, ese encierro, cuando alguien abandona la compañía de otro, una enfermedad estudiada actualmente por los psicólogos —¿por qué no también desde el lado espiritual?—, que es un mal del hombre contemporáneo. Como decía, una cosa es esa enfermedad, y otra cosa es lo que hacen los ascetas, los eremitas, o incluso lo que hace una persona que, aun en medio del mundo, se esfuerza en vivir de forma ascética.
Entonces, si no tenemos un amor verdadero, si no nos unimos a nuestros semejantes o si somos hostiles con los demás, necesitaremos examinarnos interiormente, no sea que ese aislamiento que nos causamos, ese encierro en nosotros mismos, en lo más profundo de nuestro ser sea una manifestación de lo que los Santos Padres llaman “amor propio” o “amor de sí mismo”. Es decir, no sea que suframos de eso que nos hace pensar solamente en nosotros mismos, de manera egoísta; no sea que suframos de ese amor enfermizo y diabólico, que es el amor a uno mismo.
(Traducido de: Arhimandritul Simeon Kraiopoulos, Te cunoști pe tine însuți? Viața duhovnicească și problemele psihologice, Editura Bizantină, București, 2008, pp. 102-103)