Al confesarte debes culparte sólo a ti mismo
Cúlpate sólo a ti mismo y a tu débil voluntad.
Cuando te confieses, no acuses a unos y a otros, insinuando que fueron ellos quienes que te llevaron a pecar, así como Adán culpó a Eva y ésta a la serpiente. ¡No! Cúlpate sólo a ti mismo y a tu débil voluntad. Dice San Juan Crisóstomo: “Si quieres culpar a alguien, cúlpate a ti mismo” (Homilía 51, sobre Mateo). En Proverbios también encontrarás que: “justo es el que se culpa a sí mismo” (Proverbios 18,17). ¿Lo viste? Dice “a sí mismo”, no “a otros”. No sea que, pretendiendo disminuir tus pecados, más bien los aumentes, sumando esa acusación. ¿Qué debes decirle a tu confesor? San Juan Climaco (IV) te lo explica: “Habla y no te avergüences, diciendo, «es mía la culpa, padre, es mía la herida, provocada por mi propio descuido y no por otros. Nadie más es culpable, trátese de una persona, un espíritu, un cuerpo... nada ni nadie más. Todo se debe a mi propio descuido»”.
(Traducido de: I.P.S. Pimen Arhiepiscop al Sucevei şi Rădăuţilor, Povățuiri pentru spovedanie, Editura Arhiepiscopiei Sucevei si Rădăuţilor, Suceava, 2002, p. 36)