Al terminar el sufrimiento, siempre se nos abre el Cielo
Nuestro Señor fue el más íntegro, sin pecado. Y, aún así, aceptó los peores tormentos y la crucifixión. Sólo así pudo ofrecer la salvación a la humanidad entera. Los apóstoles y todos los santos, siguiendo Su ejemplo, sufrieron también amargas torturas y muerte; luego, se les abrieron las puertas del Cielo.
¿Qué fue lo más importante que aprendió de la gran escuela del sufrimiento, que Usted expermientó tantas veces?
—El problema fundamental es, si sufres, saber aceptar ese sufrimiento como algo redentor que ha sido dispuesto por el Señor. Así, el sufrimiento se hace más fácil de soportar, se vuelve más simple, tanto, que hasta te brinda alegría.
¿Cómo puede el cristiano soportar más provechosamente el sufrimiento, la enfermedad, la pobreza, la prisión, la injusticia y las penas de esta vida?
—Nuestro Señor fue el más íntegro, sin pecado. Y, aún así, aceptó los peores tormentos y la crucifixión. Sólo así pudo ofrecer la salvación a la humanidad entera. Los apóstoles y todos los santos, siguiendo Su ejemplo, sufrieron también amargas torturas y muerte; luego se les abrieron las puertas del Cielo.
¿Qué virtud fundamental necesita el cristiano, para poder soportar con facilidad la vida en este mundo?
—Primero, ser cristiano ortodoxo. Segundo, entender que el sufrimiento está inexorablemente vinculado a la vida del hombre en este mundo. En tercer lugar, saber que, al final del sufrimiento, al cual se vence con la ayuda de Cristo, se abre, salvador, el Cielo.
(Traducido de: Preot Dimitrie Bejan, Bucuriile suferinței. Evocări din trecut, Cartea Moldovei, Chișinău, 1995, pp. 5-6)