Alcanzar una semejanza profunda, inmensa y eterna con Dios
El contenido de ese concepto, “a semejanza de Dios”, es el tema central de nuestra teología, el más importante, mismo que los hombres han perdido.
La revelación de Dios nos dice que, después de crear el cosmos y todo el mundo material y animal, Él dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”. Así, la imagen pervive en nosotros desde que venimos a este mundo. Pero ¿qué signifca “a semejanza de Dios”? Esa semejanza es nuestro propósito. ¿Y qué clase de “semejanza” es? ¿Una parcial, o una profunda, inmensa y eterna?
Desde luego, se trata de la segunda. El hombre fue creado para vivir con su Creador, en la unidad de la vida de Dios y del hombre. El contenido de ese concepto, “a semejanza de Dios”, es el tema central de nuestra teología, el más importante, mismo que los hombres han perdido.
(Traducido de: Arhimandritul Sofronie, Cuvântări duhovnicești, vol I, Editura Accent Print, p. 117)