Algunos consejos para poder orar y velar
En esto, como en todos los demás aspectos de nuestra vida, tenemos que mantener presente aquella frase: “El mejor consejo es guardar el equilibrio en todo”.
Aquel que quiera velar todas las noches, tiene que aprender también a ser mesurado con la comida. O, al menos, que no coma antes de las Vigilias. Lo mejor es consumir lo que uno crea necesario, de manera que, cuando empiecen las Vigilias, esos alimentos ya hayan sido digeridos. Los Santos Padres preceptuaron todas estas cosas con sabiduría. Desde el momento de comer, hasta que empiecen las Vigilias, deben transcurrir exactamente tantas horas como sean necesarias para la digestión de los alimentos. Pero, si eres voraz y antes de las Vigilias comes otra vez… ¡no esperes poder orar como corresponde! Porque lo normal es que un estómago lleno cause retortijones o sueño.
De igual manera, quien quiera velar cada noche, primero tiene que descansar lo suficiente. Usualmente, el monje divide las horas de sueño en dos partes. La primera mitad, antes de velar, y la otra, después. En total, el cuerpo pide entre cinco y siete horas de sueño. Y quienes no puedan descansar en dos turnos, tienen que dormir todas esas horas de una sola vez.
Cuando tienes un programa estable de descanso, eres capaz de velar sin problemas. Acuérdate de esto y, si alguna vez te toca descansar menos, una vez empieces a velar, notarás cómo te viene una ola de cansancio, desgana y acedia. Pero, atención, que eso mismo ocurre cuando descansamos más de lo necesario. Luego, en esto, como en todos los demás aspectos de nuestra vida, tenemos que mantener presente aquella frase: “El mejor consejo es guardar el equilibrio en todo”.
Un aspecto más a tomar en cuenta son los cambios de temperatura, normales para las distintas estaciones del año. El calor excesivo suele provocar desgana y sueño, al igual que el frío intenso. Nuestro stárets nos decía que los mejores períodos para orar son la primavera y el otoño. Por eso, te aconsejo que te esmeres lo más posible en esas estaciones, para hacerte las suficientes “reservas” espirituales para el resto del año.
Una cosa más: quien quiera practicar la vigilia tiene que evitar, en la medida de lo posible, hablar innecesariamente.
(Traducido de: Monahul Iosif Dionisiatul, Starețul Haralambie – Dascălul rugăciunii minții, traducere și editare de Ieroschimonah Ștefan Nuțescu, Editura Evanghelismos, București, 2005, pp. 220-221)