Algunos consejos sobre la vida monástica, el matrimonio y la lucha con los pensamientos
Debemos orar mucho para que Dios nos cubra con el don del Espíritu Santo, porque sin la ayuda que viene de arriba, nadie podría vencer.
Cierta vez, le preguntaron al padre Paisos Olaru: “¿Es posible que la vida monástica se renueve en el futuro? ¿Cómo?”
—No depende de nosotros la renovación del monacato, sino del Espíritu Santo. Él elige hombres santos, pastores y stárets iluminados, y padres espirituales virtuosos, capaces de formar monjes íntegros, amantes de la oración, el esfuerzo y la humildad. Con estas virtudes se renuevan siempre la vida monástica y la vida espiritual, pero, sin ellas, esto jamás podría ocurrir. Si los stárets y los padres espirituales son como cirios y avanzan cual pastores delante de su grey, los monasterios florecerán ante los ojos de todos, y los monjes enaltecerán a Dios junto a los ángeles. ¡De lo contrario, esto jamás sucederá!
También le preguntaron: “¿Cómo vencer los pensamientos de deseo carnal?”
—Tenemos dos armas muy importantes contra este tipo de pensamientos: rechazarlos antes de que entren en nuestra mente, y permanecer atentos a lo que vean nuestros ojos. Veamos a las mujeres mayores como a nuestras madres y a las jóvenes como si fueran nuestras hermanas e hijas. Además, no juzguemos a nuestros semejantes y abstengámonos de las comidas finas y del vino, que encienden nuestra naturaleza. También debemos orar mucho para que Dios nos cubra con el don del Espíritu Santo, porque sin la ayuda que viene de arriba, nadie podría vencer.
Dos jóvenes le preguntaron qué camino elegir, ¿el matrimonio o la vida monacal?
—Ambos son caminos benditos, pero depende de tu voluntad. Lo primero es conocer bien las tentaciones, las cargas y las obligaciones de sendas formas de vida, porque cada una tiene su cruz, sus pruebas y alegrías. Debes orar mucho antes de decidirte. Es importante, asimismo, ayunar durante cuarenta días, confesarte con tu padre espiritual y pedir el consejo de los más experimentados sacerdotes. Luego de cuarenta días de oración y ayuno, Dios te revelará, por medio de tu propia conciencia y a través de tu confesor, qué camino debes elegir. Si amas la castidad, la serenidad, el silencio y la oración, lo mejor es que elijas hacerte monje. Pero, si amas la vida de familia, es decir, los niños, el trabajo de tus manos y todas las responsabilidades de esta vida, elige casarte. Ambos caminos llevan a la salvación, si son respetados los deberes espirituales que cada uno implica. El Señor bendijo ambas formas de vida, pero nadie puede elegir por ti. Sólo Dios y tú mismo tienen ese poder. Nuestros ancianos solían decir, con sabiduría: “¡al matrimonio y al monasterio no se entra a la fuerza!”.
(Traducido de: Arhimandrit Ioanichie Bălan, Patericul românesc, Editura Mănăstirea Sihăstria, p. 710)