Palabras de espiritualidad

Algunos relatos de la vida del padre Cleopa Ilie

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

El padre Cleopa, como los demás ascetas de las montañas de Sihla y Sihastria, sabía que en esa región habitaba, junto con otros eremitas rumanos, un gran asceta ruso, el obispo Juan.

En el otoño de 1947, cuando el padre Cleopa estuvo en Bucarest para comprar algunos objetos litúrgicos que habrían de servir en la nueva capilla del monasterio, fue invitado por el profesor universitario Alexandru Mironescu a que dirigiera algunas palabras en una reunión que tuvo lugar en su casa, a la cual asistieron varios sacerdotes e intelectuales, y en la que cada uno tenía la libertad de pronunciar un breve discurso religioso.

A los pocos minutos de comenzar el padre su alocución, el ícono de la Madre del Señor que había en una de las paredes del salón empezó a balancearse suavemente, emitiendo un sonido como de arpa. Fue un momento muy emocionante, algo extraordinario que asombró y sobrecogió a todos los presentes, quienes empezaron a glorificar a Dios y a la Madre del Señor; muchos de ellos, entre lágrimas, comenzaron a exclamar: “¡Qué milagro es este! ¡Un milagro de la Madre del Señor!”, y luego: “¡Padre Cleopa, pídale a Dios por nosotros!.

El padre Cleopa, como los demás ascetas de las montañas de Sihla y Sihastria, sabía que en esa región habitaba, junto con otros eremitas rumanos, un gran asceta ruso, el obispo Juan, gran hacedor de milagros.

Este santo de nuestros tiempos se había refugiado en esa zona debido a la guerra y el terror ateo en Rusia, encontrando amparo en las montañas de Neamţ. Pero nadie sabía en dónde vivía o algún otro detalle de su vida. Debido a que de su alma rebosaba el don del Espíritu Santo, algunas veces se mostraba ante los demás, y en otras ocasiones, a semejanza de lo que ocurría con los santos de antaño, nadie lo podía ver, aunque pasaran a su lado. De todo esto el beato obispo hablaba solamente con su padre espiritual, el hiero-esquema-monje Vasiano de Sihla (†1955), y con el padre Teódulo Varzare del Monasterio Agapia (†1981), que dominaba bien el idioma ruso.

Encontrándose una vez con el padre Teódulo en el lugar llamado “Poiana Trapezei”, el Santo Obispo Juan le dijo:

—Sé que vienes a confesarte con el padre Cleopa... sólo que hoy no lo encontrarás en el Monasterio, porque lo llamaron del Monasterio Neamţ para asistir a una reunión. ¡Mejor regresa al Monasterio Agapia y ven otro día!

—¿Cuándo?

—Tú no te preocupes por eso, ¡Dios dispone siempre el orden de las cosas!

Otro día, el padre Teódulo venía nuevamente a confesarse con el padre Cleopa. Pero, como por milagro, vio que a la orilla del bosque le esperaba el obispo Juan, quien le dijo:

—Hoy sí encontrarás al padre Cleopa en el monasterio. ¡Lo sé porque muchas veces participo en la Liturgia en el Monasterio Sihăstria, aunque nadie puede verme, gracias al don de Cristo!

(Traducido de: Arhimandrit Ioanichie BălanPatericul românesc, Editura Mănăstirea Sihăstria, pp. 744-745)