Pedirle a Dios por otra persona
El alma se entristece por el otro y ora con todo el corazón, lo cual constituye ya una señal de la misericordia de Dios.
El Señor quiere salvar a todos los hombres y, en Su bondad, llama a Él al mundo entero. Él no le quita su voluntad al alma, sino que, con Su Gracia, la dirige hacia el bien y la atrae hacia Su amor. Cuando Dios quiere salvar a alguien, le inspira a otros el deseo de orar por él, y atiende esas oraciones. Por eso, es importante saber que, cuando sientes el deseo de orar por alguien, es que el Señor Mismo quiere apiadarse de esa alma y escucha con clemencia tus oraciones. No obstante, es importante saber distinguir entre este deseo de orar por alguien, inspirado por Dios, y el impulso que proviene del vínculo pecaminoso que te une con la persona por la que quieres orar.
Cuando la oración brota solamente de la tristeza que sientes por alguien que conoces o por alguna persona ya fallecida, está libre de todo lazo de pecado. En esta forma de oración, el alma se entristece por el otro y ora con todo el corazón, lo cual constituye ya una señal de la misericordia de Dios.
(Traducido de: Cuviosul Siluan Athonitul, Între iadul deznădejdii și iadul smereniei, Editura Deisis, Sibiu, 2000, p. 230)