No importa en dónde estés, no te olvides de la oración
Si la oración, como una consejera, precede tus labores desde el amanecer, el pecado no tendrá cómo entrar en tu alma.
No esperes a que sea domingo, o alguna festividad. Tampoco hagas diferencias de lugar. Recuerda las palabras de David: “En todo sitio de Su Heredad”. Así, sea que te encuentres en la iglesia, en tu casa, en el huerto, pastando a tus ovejas, construyendo algo, o visitando a alguien, no te apartes de la oración.
Cuando puedas, arrodíllate. Y, cuando no puedas, ora con tu mente: por la mañana, al mediodía y en la noche. Si la oración, como una consejera, precede tus labores desde el amanecer, el pecado no tendrá cómo entrar en tu alma.
(Traducido de: Protosinghel Nicodim Măndiță, Învățături despre rugăciune, Editura Agapis, București, 2008, p. 55)