No basta con limitarnos a rezar
Aquel que es celoso en el cumplimiento de la voluntad de Dios, ora con más confianza ante el Señor, y su oración alcanza más fácilmente Su santo trono.
“No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de Mi Padre que está en los Cielos”.
Nadie podría salvarse solamente orando; a la oración hay que agregarle el cumplimiento de la voluntad de Dios y de nuestras distintas responsabilidades sociales, profesionales, familiares, etc. Además, al orar, en primer lugar, debemos pedir que Dios nos ayude a mantenernos firmes y sin distracciones en la observancia de Su santa voluntad. Dicho de otra manera, aquel que es celoso en el cumplimiento de la voluntad de Dios, ora con más confianza ante el Señor, y su oración alcanza más fácilmente Su santo trono.
De igual forma, si la oración no es acompañada por una forma de vida acorde con la voluntad del Señor, deja de ser una oración auténtica, elevada desde el corazón y con suficiente discernimiento, para convertirse en un simple rezo exterior, leído, cuyo objetivo es ocultar el desmerecimiento espiritual con la niebla del palabrerío, mientras los pensamientos se dispersan desordenadamente.
La devoción debe combinar esos dos aspectos de la vida espiritual, para que sus frutos se hagan evidentes.
(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Tâlcuiri din Sfânta Scriptură pentru fiecare zi din an, Editura Sophia, București, pp. 97-98)