Amar a Dios y agradecerle, siempre y en todo lugar
A Dios tienen que agradecerle no solo los ricos, sino también los pobres; no solo los sanos, sino también los enfermos; no solo los que gozan de cierto bienestar, sino también los que sufren.
Si soportas la pobreza con valentía, agradeciéndole al Señor, significa que ese estado te ha servido para coronarte. Pero, si lo que haces es culpar a tu Creador y condenar su Providencia, es que has desaprovechado el bien que la pobreza podría haberte hecho.
Esmerémnos en el cuidado de los bienes espirituales, porque, teniéndolos, no hay forma de que suframos algún perjuicio por la falta de bienes materiales.
A Dios tienen que agradecerle no solo los ricos, sino también los pobres; no solo los sanos, sino también los enfermos; no solo los que gozan de cierto bienestar, sino también los que sufren. No hay nada extraño en agradecerle a Dios cuando las cosas van viento en popa; sin embargo, cuando se desata una fuerte tormenta y la nave está en peligro de naufragar, agradecerle a Dios es la muestra más grande de gratitud.
(Traducido de: Cum să biruim iubirea de arginți, Editura Sophia, București, 2013, p. 31)