Palabras de espiritualidad

Amar es una felicidad; odiar, una tortura

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

No creas, amado hermano, que el mandamiento del amor al prójimo es algo completamente agradable a nuestro corazón caído; el mandamiento es divino, pero en nuestro corazón lo que dominan son el cuerpo y la sangre.

¿Qué cosa puede ser más maravillosa y más satisfactoria que el amor al prójimo?

Amar es una felicidad, odiar es una tortura. Toda la Ley y los profetas se asientan en el amor a Dios y al prójimo (Mateo 22, 40).

El amor al prójimo es el camino que lleva al amor a Dios, porque Cristo quiso revestirse en misterio en cada uno de nuestros semejantes, y en Cristo está Dios.

No creas, amado hermano, que el mandamiento del amor al prójimo es algo completamente agradable a nuestro corazón caído; el mandamiento es divino, pero en nuestro corazón lo que dominan son el cuerpo y la sangre. El mandamiento es nuevo, y nuestro corazón, viejo.

Nuestro amor natural fue dañado por la caída; ahora debe ser suprimido —Cristo así nos lo ordena—, para poder obtener, desde el Evangelio, el santo amor al prójimo, el amor en Cristo. Las cualidades del hombre nuevo deben ser también nuevas; ninguno de los antiguos rasgos del hombre podría adecuársele.

(Traducido de: Sfântul Ignatie BriancianinovDespre înșelare, Editura Egumenița, Galați, 2010, p. 137)