Aprende a observar el contenido, no las formas
No te limites a admirar la belleza del rostro, más bien contempla lo que hay en el alma.
No te limites a admirar la belleza del rostro, más bien contempla lo que hay en el alma. No admires el atuendo de la persona (porque el cuerpo es un ropaje temporal), sino que aprende a observar a aquel que lo viste.
No admires el esplendor de los vestidos, sino que aprecia al que los lleva puestos. De lo contrario, estarás difamando la imagen de Dios en el hombre, estarás deshonrando al rey, matando a su siervo, negándole el honor que se le debe.
Asimismo, no te maravilles con la belleza de la expresión en un libro, sino que observa el espíritu de dicha obra; de lo contrario, estarás despreciando el espíritu y exaltando la materia, porque los caracteres forman el cuerpo, y el contenido del libro es su espíritu.
No te dejes seducir por la melodía de un instrumento o de una voz, sino que, partiendo del efecto que te produce en el alma o de las palabras de la canción, observa qué clase de espíritu hay en esa música. Si despierta en ti sentimientos serenos, puros y santos, acerca tu oido a ella y alimenta tu alma. Si, al contrario, esa melodía y esos versos no hacen sino agitar en tu interior las pasiones, apártate o arroja lejos de ti la naturaleza y el espíritu de tal clase de música.
(Traducido de: Sfântul Ioan din Kronstadt, Viaţa mea întru Hristos, Editura Oastea Domnului, Sibiu, 1995, p. 41)