Aprendiendo a ser humanos
Si renunciamos al elemento espiritual, si nos alejamos de él, empieza nuestra degradación física.
Quisiera que nos hable un poco sobre la enfermedad. Nuestra sociedad actual está siendo devastada por enfermedades muy graves, y por todas partes es fácil encontrarse con alguien diagnosticado con alguna dolencia terrible, como el cáncer o la leucemia. Las personas han empezado a morir muy jóvenes, desde los 10, 18, 20 o 30 años. Probablemente también a Usted le busquen cientos o miles de enfermos...
—Todos estamos enfermos. Nuestra sociedad está enferma. Creo que le falta la salud, precisamente porque se “ha caído” de su estado normal.
Se dice que “mens sana in corpore sano”. Esto lo decían los romanos. Pero no los dacios. Estos decían “un cuerpo sano en alma sana”. Por eso fue que no desarrollaron ninguna forma de deporte, sino una vida espiritual. Si renunciamos al elemento espiritual, si nos alejamos de él, empieza nuestra degradación física. Esta es la causa de tanto infortunio y enfermedades: la ausencia total de este elemento vital, la fe en Dios. Cristo dice: “Obedecer los mandamientos de Dios es realizar el elemento esencial de la vida”. No quiero entrar en más detalles, para evitar que la gente empiece a ayunar o cometa excesos. Pero es importante reconocer que son esos excesos los que agotan la naturaleza.
La atmósfera está siendo completamente contaminada. ¿Por qué? Por la misma forma de desarrollar la tecnología, no con el propósito de evolucionar, sino enriquecerse. Por eso es que los niños de hoy no aprenden en la escuela a ser humanos verdaderos, sino a obtener los conocimientos necesarios para convertirse en jefes algún día. Aprenden a mandar a los demás, a dominarlos. Pero la escuela debería formar personalidades. Y enseñarle al hombre a ser humano en todo. Un humano verdadero, respetando los mandamientos de Dios, que son necesarios y vitales. Pero, actualmente, cada persona y los más grandes movimientos sociales están contaminados por causa de los abusos. Esta es la causa de todo. Por eso es que los hombres buscan y no encuentran respuestas en ninguna parte.
(Traducido de: Iustinian Chira - Bogdan Eduard, Convorbiri în amurg, Editura Dacia, 2006, p. 66)