Palabras de espiritualidad

Arrepentirnos es transformar nuestra forma de vida

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Cuando estamos sumergidos en el pecado y nuestra mente se mantiene ocupada únicamente con las cosas de este mundo, no nos damos cuenta del estado de nuestra alma. No nos interesa conocer nuestro estado interior y seguimos en el camino equivocado.

El término griego para referirnos a la contrición es metanoia. En sentido literal, significa una transformación de la mente, del modo de pensar. En otras palabras, la contrición es un cambio de actitud, de la forma de pensar, del hombre interior. El arrepentimiento es la revisión de las ideas del hombre, es una modificación de su estilo de vida.

¿Cómo puede tener lugar ese cambio?  Pensemos en un hombre que entra en una habitación que se encuentra totalmente a oscuras y que súbitamente es iluminada por los rayos del sol: mientras estaba a oscuras, el individuo tenía una muy vaga idea de lo que había a su alrededor, pero también ignoraba la presencia de muchas cosas, a las cuales no podía ver. Seguramente, todo es distinto a como él se lo imaginaba. En la oscuridad, tenía que caminar con tiento, cuidadosamente, porque no sabía en dónde podía encontrar un obstáculo. Pero, una vez iluminado el recinto, el hombre puede ver todo con claridad y moverse libremente.

Esto es lo mismo que ocurre con la vida espiritual. Cuando estamos sumergidos en el pecado y nuestra mente se mantiene ocupada únicamente con las cosas de este mundo, no nos damos cuenta del estado de nuestra alma. No nos interesa conocer nuestro estado interior y seguimos en el camino equivocado, sin estar conscientes de ello. Pero, ¡inesperadamente, un haz de la luz divina penetra hasta lo más profundo de nuestra alma! ¡Y cuánta suciedad acumulada nos revela! ¡Cuánta falsedad, cuánta mentira! ¡Y qué repulsivos nos parecen ahora muchos de nuestros gestos y actitudes, que antes nos parecían encomiables! Es entonces cuando entendemos que hemos estado siguiendo el camino errado. Y reconocemos cuál es la nueva —y buena— senda en la que debemos adentrarnos.

(Traducido de: Sfântul Ioan MaximoviciPredici și îndrumări duhovnicești, Editura Sophia, București, 2001, pp. 76-77)