¿Aún hay alguien que consulte el horóscopo y el movimiento de las estrellas?
No te sometas jamás a ninguna creación, sino solamente a tu Creador. A Él sírvele siempre y con bien juicio, porque es tu Dios y Creador, tu Padre y Señor.
No olvides que hay una sola estrella nefasta: esa que con una poderosa animadversión te atrae al abismo del mal, el astuto demonio, el mismo que en el pasado te apartó —llevándote a gustar del fruto prohibido— del Edén, y que ahora se esfuerza otra vez en apartarte de Cristo el Señor, tu Dios, con las perversas enseñanzas de los astrólogos. Entonces (en el Paraíso) ofendió al Señor ante ti, diciendo que por envidia fue que te prohibió gustar de aquel fruto, para que nadie llegara a ser un dios inmortal. Y ahora el miserable lo vuelve a difamar, diciendo que, por la fuerza de las estrellas, Él te determina a cometer actos vergonzosos. Mejor huye como puedas de sus trampas y no le temas al movimiento de los astros, que son inanimados. Camina atento a su cabeza (la del demonio), porque él lo hace atento a tu talón (Génesis 3, 15). La enemistad entre tú y él viene desde el mismo origen.
Asimismo, debes saber que él es tu único enemigo. Todas las estrellas están a tu servicio, porque para eso fueron creadas, no para dominarte. Reconoce, además, el autocontrol que se te concedió. No te sometas jamás a ninguna creación, sino solamente a tu Creador. A Él sírvele siempre y con bien juicio, porque es tu Dios y Creador, tu Padre y Señor, cantándole siempre con alegría, junto con el salmista: “El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer?” (Salmos 26, 1-2). ¿A quién podría temerle, si Cristo es mi protector?
(Traducido de: Sfântul Maxim Grecul, Viața și cuvinte de folos, Editura Bunavestire, Galați, 2002, p. 121)