¿Ayuda Dios a los que son buenos, sin ser creyentes?
Todos tenemos una herencia de Dios, por eso todas las personas tienen la bondad en su interior. Pero el diablo ensucia a todos. Algunos mantienen esa bondad, aunque no se acercan a la Iglesia. Bien, a estas personas Dios no las deja, sino que las ayuda.
Padre, ¿qué pasará con los que son buenos, sin ser creyentes?
—¿Pero es posible que no crean? Bueno, digamos que no creen. Pensemos, ¿su mamá nunca los llevó a comulgar, de pequeños? Digamos que no. Pero, ¿fueron bautizados? ¿Fueron ungidos? ¿Nacieron en un hogar ortodoxo y fueron bautizados? Bien, para estas personas que viven en bondad, verás que Dios dispondrá que todo suceda de cierta forma, talvez con pruebas, con alguna enfermedad (...) y, finalmente, los llevará al Cielo. Talvez se les aparezca algún santo o algún ángel, aún siendo indignos de tal bendición. Cristo puede hacer esto, después de utilizar todo lo demás. Pero, atención, ¿qué deben enfrentar muchas veces estas personas? A veces el maligno los engaña, diciéndoles, “Dios te ha mostrado un milagro tan grande, para que puedas salvar al mundo”. Y el incauto no responde, “¿Cómo agradecerte, Dios mío? No soy digno de tal gracia”. Es decir, en lugar de humillarse, reciben los pensamientos que el maligno le ofrece, y se envanecen. Más tarde, el mismo diablo les enciende nuevamente el “televisor”, mostrándoles ángeles y santos, para después decirles, “Sí, tú salvarás al mundo”. Pero si la persona se espabila, el Buen Dios le ayudará.
Todos tenemos una herencia de Dios, por eso todas las personas tienen la bondad en su interior. Pero el diablo ensucia a todos. Algunos mantienen esa bondad, aunque no se acercan a la Iglesia. Dios dispondrá lo que considere oportuno para estas personas. Por eso, cuando vean a alguien que vive en pecado, pero, con todo, apiadándose de los demás —por ejemplo, ve a un enfermo y lo socorre, a un pobre y le ofrece su ayuda— deben saber que Dios no dejará a esta persona, sino que la ayudará. Pero cuando vean que ése que vive lejos de Dios es duro, despiadado, etc., entonces deben orar día y noche para que Dios “desembarque” en su corazón, para que pueda partir.
Los juicios de Dios son un abismo. Una sóla cosa sé: Dios suele ser indulgente con los que viven mundanamente porque no fueron ayudados, sino que fueron empujados al mal, aún teniendo buenas intenciones. Él los ayuda, utilizando distintas formas de mostrarles el camino correcto. No los deja. Incluso en el momento de morir, Dios dispondrá que partan con bien.
(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Cuvinte duhovnicești. Volumul II. Trezvie duhovnicească, traducere de Ieroschimonahul Ștefan Nuțescu, ediția a II-a, Editura Evanghelismos, București, 2011, pp. 323-325)