Palabras de espiritualidad

Ayuda en la desesperanza

  • Foto: Bogdan Zamfirescu

    Foto: Bogdan Zamfirescu

Cuando todo acabó, corrió al monasterio y, al inclinarse a venerar las reliquias del santo, le pareció que este le sonreía, como diciéndole: “¡Sí, todo este tiempo estuve a tu lado!”.

Un día, un creyente de Tesalónica visitó el monasterio. Con mucho fervor, le pidió al santo que lo ayudara a recobrar el valor, porque se sentía muy desesperanzado. Luego de una semana, estando ya de vuelta en Tesalónica, se encontró con un amigo muy querido, quien le regaló un pequeño ícono de San Efrén para que lo portara todo el tiempo atado al cuello.

A partir de ese momento, sintió que se llenaba de valor y que podía vencer las dificultades de la vida. Aquel viejo estado de desesperanza se había disipado, y nuestro hombre se sintió tan insuflado de ánimo, que hasta se defendió solo en un proceso judicial en el que estaba implicado, porque aquel día los abogados estaba en huelga. Y no solamente demostró su inocencia, sino que hasta fue indemnizado por el perjuicio sufrido en aquel proceso injusto. No está de más subrayar que, a lo largo de todo el procedimiento, estuvo invocando el auxilio de San Efrén. Cuando todo acabó, corrió al monasterio y, al inclinarse a venerar las reliquias del santo, le pareció que este le sonreía, como diciéndole: “¡Sí, todo este tiempo estuve a tu lado!”.

(Traducido de: Noi minuni ale Sfântului Efrem  Minuni cu copii născuți și nenăscuți, Editura Egumenița, 2009, pp. 137)