Breve relato de un milagro de San Juan Maximovich
Una semana antes de dar a luz, fue a hacerse un último control médico. Para su sorpresa, el médico le anunció que el bebé no se movía más. Entonces, sugirió que lo mejor era provocarle contracciones y parir al bebé muerto...
En el año 2004, en la ciudad de Mulino, en Oregon, tuvo lugar un acontecimiento extraordinario. Se trata de una mujer muy temerosa de Dios, perteneciente a la comunidad de la Iglesia de los Nuevos Mártires Rusos, en la cual el padre Sergio Sveshnikkof servía como párroco. En dicha parroquia se conserva como reliquia algunas de las vestimentas sacerdotales de San Juan Maximovich.
Una semana antes de dar a luz, dicha mujer —de origen ruso— fue a hacerse un último control médico. Para su sorpresa, el médico le anunció que el bebé no se movía más. Entonces, sugirió que lo mejor era provocarle contracciones y parir al bebé muerto...
La mujer se desmayó y, cuando lograron reanimarla, se echó a llorar sin consuelo. Los médicos querían darle un medicamento para apresurar las contracciones y provocar el parto, pero ella se opuso, rogándoles que antes llamaran a su confesor, el padre Sergio.
Cuando se enteró de lo sucedido, el padre les pidió a los médicos que no iniciaran ningún procedimiento mientras él no estuviera presente en el hospital. Algunos minutos después, el padre llegó al hospital, llevando consigo el cofrecito con las reliquias de San Juan. Tomándolas, hizo la Señal de la Santa Cruz sobre el vientre de la mujer y, para asombro de todos los presentes, ¡el corazoncito del bebé empezó a latir nuevamente! ¡El aparato de ultrasonido mostró que había señales de vida!
Ulteriormente, el niño nació sin presentar problema alguno de salud. Fue bautizado con el nombre de “Juan”, en honor al Santo.