Palabras de espiritualidad

¿Cada cuánto puedo acercarme al Sacramento de la Comunión?

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

El hombre que vive espiritualmente suele acercarse con todo cuidado y atención al Sacramento de la Comunión, cuando siente que veraderamente lo necesita, y no por simple costumbre.

¿Cuán seguido debemos comulgar, padre?

—No existe una norma, un patrón a seguir, en lo que respecta a la frecuencia con que debemos comulgar o a la medida del ayuno que debe practicarse antes de comulgar. El padre espiritual es quien decide, con discernimiento, la frecuencia de la Comunión y el ayuno que debe hacerse antes de comulgar, de acuerdo con las posibilidades de cada quien.

Paralelamente, le recomendará el ayuno espiritual, que es la abstinencia de las pasiones, en concordancia con su sensibilidad espiritual, es decir, tomando en cuenta la conciencia de sus faltas y considerando el perjucio que podría causarle el maligno al luchar contra un alma sensible, la cual podría caer en la desesperanza. Por ejemplo, en el caso de los pecados carnales, para los que se impone un canon de cuarenta días sin acercarse a la Santa Comunión, podría suceder que el demonio haga que esa alma vuelva a pecar después de treinta y cinco días… y si se le impone un nuevo canon de cuarenta días, esa alma podría asustarse, aturdiéndose y sintiéndose desesperanzada. En tales casos, después del primer canon, el padre espiritual puede decir: “Escucha, hijo, ¡procura no pecar esta semana, y después puedes venir a comulgar!”, y después pedirle que siga comulgando cada Divinia Liturgia, para que su alma se fortalezca y el demonio renuncie a seguir tentándola. El hombre que vive espiritualmente suele acercarse con todo cuidado y atención al Sacramento de la Comunión, cuando siente que veraderamente lo necesita, y no por simple costumbre. Y, desde luego, contando siempre con la bendición de su padre espiritual.

(Traducido de: Cuviosul Paisie AghioritulCuvinte duhovnicești, Vol. III Nevoință duhovnicească, Editura Evanghelismos, București,  2003, pp. 295-296)