Cada paso en nuestra vida espiritual es una lucha contra el enemigo
Luchemos, pues, esforzándonos denodadamente en este mundo; luchemos contra el maligno, sin rehuir ninguna batalla.
Como dice San Basilio el Grande, los que se esfuerzan y sacrifican son dignificados, y los vencedores reciben coronas por su victoria. Luchemos, pues, esforzándonos denodadamente en este mundo; luchemos contra el maligno, sin rehuir ninguna batalla. No nos dejemos llevar por la desidia, ni nos permitamos desfallecer o retroceder. Al contrario, avivemos la perseverancia en nuestros corazones con el fuego del amor, y nada se nos opondrá. Hasta los mismos demonios huirán despavoridos, porque está escrito que se derriten como la cera ante este fuego espiritual, y los demás hombres se estremecerán y nos escucharán. Y, al final de este viaje, seremos alzados allí donde lo que hay es una vida y una paz que no se pueden describir con palabras.
(Traducido de: Sfântul Teodor Studitul, Cuvântări duhovnicești, Editura Episcopia Alba Iulia, Alba Iulia, 1994, p. 80)