Después de haber caído en tentación, un monje corrió rápidamente a buscar a un Santo Padre y le preguntó qué podía hacer. “¿Caíste? ¡Levántate!”, le respondió el anciano.

“—Me levanté, Padre... pero he vuelto a pecar”, contestó el otro.

“—No pasa nada” —le dijo entonces el Padre— “¡Levántate otra vez! Tu último momento debe encontrarte sea levantándote, sea cayendo, pero luchando contigo mismo y con las tentaciones. Sólo así podrás hallar el camino hacia el Cielo”.

(Traducido de: Părintele Iustin Pârvu, Daruri duhovnicești, Editura Eikon, Cluj-Napoca, 2011, p. 19)